Estar en paro no es plato de buen gusto, pero un nuevo estudio desvela que también puede cambiar tu personalidad. ¿Sabes hasta qué punto?
Nos guste o no, la mente humana es inquieta por naturaleza y no lleva bien los largos periodos de inactividad psicológica. Todos necesitamos un objetivo que nos haga sentir socialmente útiles y el trabajo es la forma más habitual de conseguirlo. Como si fuésemos niños pequeños que van al colegio, el trabajo estructura nuestra vida imponiendo un horario y dando sentido al calendario.
Esta es una de las razones por las que a muchas personas se les hacen tan duros los largos periodos de inactividad, pero no es el único. Y como es lógico, todo esto tiene un impacto psicológico. Si te paras a pensar es fácil que hayas registrado los cambios de humor e incluso de personalidad en conocidos que son parados de larga duración.
Ahora un estudio publicado en the Journal of Applied Psychology desvela que el desempleo de larga duración afecta a nuestra personalidad y puede hacer que seamos menos simpáticos, estemos menos enfocados y motivados y también tengamos menos ganas de probar cosas nuevas, justo lo contrario de lo que deberíamos hacer.
La investigación se centró en personas que habían permanecido en paro entre tres y cuatro años o que habían perdido su trabajo pero habían sido capaces de reincorporarse al mercado laboral. Estas fueron sus conclusiones.
Menos simpáticos
Estar en paro nos vuelve menos simpáticos, pero existen datos curiosos que merece la pena tener en cuenta. Y es que la simpatía entre los hombres se incrementó durante los primeros años de desempleo por encima incluso de quienes sí estaban empleados. El motivo es que, al parecer, en eso primer periodo somos más proclives a afrontar el desempleo con buen humor y con suficiente moral.
Además, el hecho de querer encontrar un trabajo hace que estemos más dispuestos a complacer a quienes nos rodean como una fórmula para mostrar nuestra buena disposición.
Sin embargo, en términos generales tendemos a ser menos dóciles, algo que afecta especialmente a las mujeres, según el estudio.
Menos enfocados
En este punto también existen diferencias de género. Las mujeres son capaces de mantenerse más motivadas nada más perder el trabajo y también más enfocadas en la labor de buscar otro. Según los investigadores esto puede deberse a que tras una primera búsqueda poco fructífera y sin buenos resultados las féminas tienden a volver su atención hacia el hogar y la familia, de ahí que inconscientemente redoblen sus esfuerzos en las primeras etapas.
En el caso de los hombres, el foco también es mayor al perder el trabajo y se va perdiendo según pasan los meses, pero su atención seguirá en reincorporarse al mercado laboral, no se difuminará en otras tareas. De ahí también que sea más fácil que entren en estados pseudodepresivos.
Adiós a tu mente inquieta
Si algo consigue el desempleo es terminar con la ilusión de muchas personas, que terminan entrando en un estado de apatía general al sentirse que no son miembros productivos de la sociedad.
El estudio apunta que el interés por nuevos proyectos y actividades va declinando en los hombres cuando más tiempo permanecen en paro. Por el contrario, las mujeres son capaces de mantener la ilusión durante periodos de hasta dos y tres años antes de empezar a perderla. Además, esta inquietud por probar cosas nuevas se recupera a los cuatro años en el caso de las féminas.
Según los investigadores, estos cambios se deben a que la propia idea de no tener trabajo pesa más de lo que pensamos sobre nuestras cabezas y también por el impacto social del desempleo. Y es que sin ingresos o con los ingresos mermados es complicado seguir el ritmo de ocio que se tenía antes, lo que afecta a las relaciones sociales.
Sin embargo, hay un dato positivo. Estos cambios no son perpétuos y la mayoría de estos patrones de conducta desaparecen al encontrar trabajo de nuevo.
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