Todos queremos jefes que sean amigables, que nos entiendan, que se muestren como colegas, pero muchas veces eso no es posible porque los jefes deben hacerse respetar. Es aquí cuando vienen los problemas y la figura del jefe se convierte en un ogro al que no podemos ver ni en pintura.
Los empleados se muestran a favor de aquellos líderes que son capaces de gestionar equipos más que de “administrar” recursos humanos. Ésta es una de las conclusiones más importantes del estudio “El mundo del trabajo” en su edición de 2009, elaborado por Randstad.
Según esto, no nos equivocamos porque un 89% busca jefes respetuosos y cercanos; también destacan aquellos que valoran a los directivos capaces de motivar y razonar con sus equipos; por el contrario, el autoritarismo sólo es valorado como un factor de éxito para convertirse en un jefe por el 34% de los empleados. Pero es algo que debe aplicarse porque sino los empleados harían lo que quisieran en cada momento.
Se constata, además, que en época de crisis es cuando más se valora la capacidad de gestión y dirección de los mandos de la empresa. Pero también hay otros conceptos bastante comunes a todos los empleados: el reconocimiento. A todos nos gusta que, de vez en cuando, nos digan los bien que hacemos nuestro trabajo. Un buen jefe debe reconocerlo.
Aquellas personas que han mantenido su empleo en el último año reconocen que ahora dan más importancia, por ejemplo, al hecho de que el entorno laboral refleje el respeto hacia los trabajadores, en concreto, es algo importante para un 78% de consultados, cifra que aumenta en 17 puntos con respeto a hace tan sólo un año.
Otra conclusión es que los empleados buscan en sus jefes un modelo: alguien de quien puedan aprender, desarrollarse, que sepa reconocer su valor y que promueva un valor hacia el exterior más que la búsqueda de su propio beneficio. ¿Y tú qué le pides a un jefe?