Actualmente en los convenios colectivos se pactan incrementos de salario en función de la inflación prevista. Un trabajador cobrará más si se estima que los precios evolucionarán al alza. Con ello se trata de evitar que se pierda poder adquisitivo.
Desde el Banco de España y países como Alemania se clama para que los salarios en España se vinculen a la productividad.
La productividad se puede definir como la relación entre bienes y servicios producidos y los recursos utilizados en su producción.
Productividad = Producción/Recursos
Una empresa es más productiva si consigue producir más bienes y servicios con los mismos recursos. Producir más al mismo coste.
Algunos de los aspectos que influyen en la productividad son:
- La tecnología utilizada en la empresa.
- La organización del proceso productivo.
- La gestión de personas.
- La calidad: producir bien a la primera.
Problemática de la variable productividad
Dos problemas se nos cruzan en el camino cuando hablamos de que la productividad sea la referencia para pactar los salarios:
- Su medición. ¿Cómo se obtiene la información, a qué nivel de detalle, cómo se mide en Pymes? y un largo etcétera de interrogantes de complicada resolución técnica y práctica.
- Los factores que la determinan, en su mayoría fuera de la esfera del propio trabajador.
Medir la inflación es algo que ya está adecuadamente resuelto y lo publica un tercero imparcial. Calcular la productividad ya viene a complicarnos la existencia.
Por una parte la mayoría de la información que necesitamos la tiene una de las partes, la empresa. Entramos en el campo de la información imperfecta. Y en un país dónde el tejido industrial está atomizado en pequeñas y micro-empresas, algunas sin apenas datos fiables más allá de la contabilidad formal, faltan datos para calcular correctamente la productividad.
Y para que los datos necesarios sean fiables tienen que cumplir con dos premisas:
Ser objetivos y transparentes, lo que implica que no haya doble contabilidad y ésta refleje la realidad de la empresa y no sea un mero trámite burocrático, por una parte, y que esté a disposición de los representantes de los trabajadores en su totalidad, por otra.
Y ni lo uno ni lo otro son realidades fáciles de conseguir en nuestro país.
Si al problema de obtener información fiable le añadimos el propio funcionamiento de la productividad, cuyo comportamiento es claramente contracíclico, creciendo en épocas de crisis como la actual para estancarse o decrecer en los momentos de bonanza, las dudas de la eficacia de vincular productividad y salario crecen.
Además hay datos empíricos de países que llevan aplicando esta relación, como EE.UU., que demuestran que el sistema lleva a que se empobrezca la clase media en beneficio de los más ricos. Por ello no es descabellado pensar que en el debate, en el fondo, lo que se está buscando es eliminar la cláusula de revisión de los salarios en función de la inflación para permitir la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, y poco más.
A mi modo de entender es bueno introducir la variable productividad es la negociación de los salarios, pero como un dato más de negociación. Hay mucho que mejorar en el mercado laboral español, sin duda, pero no con debates torticeros que en muchas ocasiones lo que buscan es empobrecer la fuerza de trabajo, no mejorar la economía y el bienestar en su conjunto.