Hace tan sólo unos años, cuando oíamos la palabra jefe nuestra mente pensaba en una persona muy mayor, que imponía por su presencia, experiencia o sabiduría. Pero, actualmente, todo esto ha cambiado y los jefes son ya gente muy joven, que suele llevar a equipos de personas con mayor edad que él.
Pero, ¿nos importa realmente tener un jefe más jóven que nosotros? Seguramente algunos pensarán que sí, pues sólo veremos a un niñato/a dando órdenes. Aunque no es eso lo que demuestra la encuesta hecha por Randstad, pues al 83% de los candidatos no le importaría trabajar para un jefe más joven.
Así, hay una importante convivencia de diversas generaciones. Con un mercado laboral con empleados desde los 16 a los 65 años, las “reglas de juego” están continuamente cambiando. Hoy los empleados aportan diferentes experiencia, expectativas, enfoques de la vida y el trabajo, apreciación y conocimiento de la tecnología, métodos y formas de comunicación, etc.
Dentro de este mercado se dan encuentro cuatro generaciones: Generación Z (adolescentes y menores de 20 años), Generación Y (de 30 a 20 años), Generación X (de 30 a 45 años), Baby Boomers (de 45 a 63 años), y Maduros (mayores de 63 años).
Es por ello que tales generaciones se mezclan entre si; y dentro de una misma empresa un tipo manda a diversas generaciones a la vez, creando una armonía laboral, porque cada una ha vivido cambios diversos en la sociedad.
Productividad, enfoque, compromiso, ética, capacidad para reciclarse… son cualidades comunes, en alguna medida, a trabajadores de todas las edades. Son estas mismas habilidades las que deben ser impulsadas como vía para anular las diferencias y acabar con los problemas del entorno laboral.