Qué la creación de empleo y la mejora de la tasa de paro son buenas noticias es poco discutible. En un contexto tan complejo como el vivido, la recuperación de empleo, incluso en algunos casos por encima de la expectativa siempre es una buena noticia. No obstante, los datos del paro siguen escondiendo algunas cifras alarmantes, y la del desempleo de larga duración es una de ellas.
Según un reciente informe del Servicio de Estudios de la Confederación de UGT, mientras estamos en un periodo de recuperación de empleo y disminución de la tasa de paro, sin embargo, el desempleo de larga duración no sólo continúa siendo importante, sino que aumenta. De hecho, según este informe, durante la pandemia ha crecido en más de 360.500 personas.
En el informe se presenta un panorama en el que el parado de larga duración, con más de un año en paro, ya supone, durante segundo trimestre de 2021, prácticamente el 49% de todos los trabajadores en desempleo. Esto se traduce en prácticamente 1.8 millones de desempleados de larga duración en nuestro país. El porcentaje, comparado con los meses previos al confinamiento, supone prácticamente un 15% más, ya que, el porcentaje de parados de larga duración a comienzo de 2020 no alcanzaba el 36% del total de desempleados.
Un dato que puede ser mayor
Además, según los datos del informe, esta cifra puede ser aún superior. Para ello tienen en cuenta que el INE contabiliza como persona parada de larga duración a quien realiza búsqueda activa de empleo durante el trimestre en el que se realizan análisis, si tenemos en cuenta el periodo de pandemia, donde no se pudieron cumplir con estos requisitos, siempre según el informe, la reducción de parados de larga duración contados como inactivos y no parados, puede ser amplia, elevando aún más la cifra.
Por otro lado, el paro de larga duración crece prácticamente en todos los segmentos, pero especialmente entre aquellos que llevan entre un año y dos años desempleados. Y se mantiene relativamente estable entre los que llevan más de dos años en desempleo.
Cómo ya hemos citado en otras ocasiones, los datos laterales a las sucesivas mejoras de la tasa de paro que vamos a vivir en los próximos meses con bastante seguridad, comienzan a ser muy relevantes por cuanto implican, como es el caso del paro de larga duración o del paro entre jóvenes, una tendencia preocupante hacia segmentos de paro estructural, difíciles en el medio plazo de mejorar, y, más aún, en un contexto tan complejo como el que vivimos en la actualidad, aún con los efectos de la pandemia media atizando la contratación.
Falta por ver, tras el final del verano y la desestacionalización de parte del empleo en el sector servicios y hostelería, hacia dónde indican las cifras, pero, a tenor de informes como el citado y otros análisis especializados, ni el paro juvenil ni el paro de larga duración apuntan a buenos datos en el segundo semestre de 2021.