Las cifras de desempleados mayores de 55 años no suelen despertar tanta alarma como la cifra de desempleo juvenil o la de desempleo entre los 30 y los 50 años. Sin embargo, proporcionalmente, es un segmento de población que tiene muchas dificultades para volver a reengancharse al empleo.
Pero, de un tiempo a esta parte, el talento senior parece que comienza a recuperar interés por parte de los reclutadores. Y si bien, la tasa de paro para este segmento sigue siendo dura, la tendencia puede apuntar a mejorar en el futuro.
Además de atesorar una amplia experiencia, se trata de un sector de la población que sigue siendo muy activo. Sin embargo, cuando se pierde el empleo con 55 años o más salir del atolladero puede antojarse muy complicado. De hecho, muchos desempleados que se encuentran en ese momento vital acumulan largos periodos de inactividad.
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Cosas a tener en cuenta para mostrar el talento senior
A pesar de que la percepción de los desempleados que superan la citada edad es, como se ve, negativa, es posible encontrar trabajo pasados los 55 años de edad. Para ello, los siguientes consejos pueden resultar de utilidad.
No esconder la edad: si tú no le das importancia, los demás tampoco lo harán. Si, por el contrario, presupones que va a ser un problema, trasladarás este prejuicio a los reclutadores, que tendrán más reticencias a la hora de abordar la contratación. Tampoco hace falta gritar a los cuatro vientos que tienes 56, 59, 61 años o los que sean. Lo mejor es, sencillamente, no dar protagonismo a un dato que no determina tus capacidades ni tu profesionalidad. Si en una entrevista de trabajo te preguntan cuántos años tienes, coméntalo con naturalidad y transparencia.
Poner en valor los logros. Tu edad te aporta competencias y habilidades intrínsecas (madurez, control emocional, templanza, etc), pero son demasiado generales y no suponen un valor diferencial. Tanto en el currículum vítae como en la entrevista de trabajo, haz énfasis en logros concretos que hayas alcanzado en tu carrera profesional. Por ejemplo, no son importantes las funciones que realizaste como administrativo, sino la herramienta de Excel que creaste para facilitar el proceso de introducción de datos.
Reciclarse y no dejar de formarse. Nunca es tarde para añadir formación nueva a tu candidatura: idiomas, ofimática, ventas… Toda competencia que añadas a tu CV te conectará con las nuevas necesidades del mercado laboral, convirtiéndote en un profesional más atractivo para las empresas. De este modo, podrás equipararte a los más jóvenes en materia de formación y tu experiencia se convertirá en un valor añadido.
Cuidar la salud emocional además de la física. Huye de visiones apocalípticas, tales como “no voy a volver al mercado laboral”, que pesan mucho en el ánimo y son muy destructivas. Siempre que se te pasen por la cabeza, reconviértelas en una visión positiva, como “antes o después encontraré trabajo”. En este sentido, no resulta nada conveniente descuidar tus aficiones (lectura, paseos, cine, etc.) y también debes ser consciente de que eres una persona antes que un profesional. Si tú te quieres, las empresas también lo harán.